lunes, 28 de marzo de 2005

La Reflexión de la Semana (episodios de abstinencia)

Moscardones y avellanas:

En la noche terrible , cuando todo se termina, cabe la reflexión.

¿Qué podemos decir? Sabemos que estamos rodeados de una miseria que no se mide con monedas sino con ideas. Sepan disculpar ustedes, camaradas de lo cristalino, este lugar común. Inmerso en una nube, poco puede pedírseme que exceda lo ordinario: convencido de que lo genial se esconde tras las ideas sencillas, insisto en reinvindicar aquello que me hace feliz. Fue esta una noche mágica; qué mejor para honrar a quienes la hicieron posible que unas pocas palabras.

Traza el tiempo - en fabulosa complicidad con el destino - una trama de encuentros y pérdidas. En medio de esta tragedia venimos a caer. La medida del éxito suele estar comandada por el tamaño de la billetera: quien más haya conseguido ha de llevarse fama y titulares. Refuto esta horrorosa noción contable haciendo uso de recursos usuales. Hablaré de que es más productiva la abundancia de virtudes, de afectos, de amistades, de buenas intenciones. Diré que los doblones no suman ni restan; están o no están, pero no son una varible en la ecucación de la felicidad. Así, este fin de semana fui millonario. Mi balance dio positivo de lazos que no se han disuelto en las aguas turbias del calendario enemigo.

Sólo eso por hoy; nada más. Palabras sencillas que me atrevo a maquillar con las texturas dudosas de mi prosa.

Para finalizar, dedico esta breve pero firme reflexión sentimentaloide a quienes invierten en mi emprendimiento, asegurándoles que tienen en mí un accionista irrevocable de los suyos. Ustedes saben quiénes son: me ven sonreir cuando llegan.



PD: Dos semanas pasaron desde que estas palabras vieron la luz. Durante ese lapso auditorías de lapiz fino revelaron groseros números en rojo en cuentas que a primera vista parecían en perfecto orden. Debo decir que si bien esto me enoja (como todo lo que apesta a mi alrededor), el enojo es menos poderoso que saberse acompañado no cuando uno quiere, sino cuando uno lo necesita. Sacrifico todas las broncas, pues, a cuenta de futuros abrazos.

PD2: Saludos a quienes tienen enchufada la memoria.

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