Un mes más que logra escapársenos. Atónitos, lo vemos deshacerse en días desperdiciados y no ser ya otra cosa sino recuerdos. Corremos a recuperarlo, nuestras torpes piernas desesperadas por vencer el olvido. Pero ya se ha ido, y un nuevo mes nos sonríe, malicioso: “También me perderás a mí, muchacho”.
Hemos sepultado tantos meses, indolentes ante cada partida como ante todo... Y no alcanzamos a comprender que cuando despidamos el último día habremos de llorarlos a todos de una vez, en una lágrima final que seguramente tendrá el gusto amargo del arrepentimiento.
Hemos sepultado tantos meses, indolentes ante cada partida como ante todo... Y no alcanzamos a comprender que cuando despidamos el último día habremos de llorarlos a todos de una vez, en una lágrima final que seguramente tendrá el gusto amargo del arrepentimiento.