Este tema me agota. Me agota por la intolerancia, la estupidez, la falta de educación, el oscurantismo y la poca de capacidad de análisis que revela en un sector de la población. Pero se hace menester insistir. Insistir hasta que quede claro y aunque algunos nunca puedan entender. Insistir como sea, cada uno desde donde pueda, porque el cansancio de los justos es la última línea de defensa de los imbéciles.
Señores que han considerado prudente unirse a la deplorable y retrógrada marcha contra el matrimonio gay, pretendiendo en el camino darle tintes "positivos", atribuyéndose el cargo de defensores de la niñez, la verdad, las virtudes y todo lo que es puro en esta planeta: dense cuenta de algunas cosas.
Hace algún tiempo se cometió el desliz de incluir en el texto del código civil la palabra "matrimonio". El error es entendible y hasta disculpable. Como ya hemos explicado, la relación entre la legislación y los usos y costumbres es estrecha, así como lo es - aunque cada vez menos - el vínculo entre religión y usos y costumbres. Se prestan términos, se transfieren conceptos. "Matrimonio" fue uno de ellos. Pero los usos y costumbres cambian. Hoy entendemos que la legislación debe estar - permítaseme la sutil elección de palabra - divorciada de la religión. No porque profesar una religión sea algo inherentemente malo, sino porque nuestra sociedad, que pretende ser inclusiva, igualitaria, tolerante, debe estar legislada con esos objetivos en mente, y no con las subjetividades de algunos.
Parte de ese "todos" son los homosexuales. Por mal que les pese, que cierren los ojos, que se tapen la cabeza con la sábana. Los homosexuales son tan habitantes, ciudadanos, trabajadores y por supuesto tan personas como ustedes mismos. Y también los habrá tan ignorantes, discriminadores, vagos y degenerados... nuevamente, como algunos de ustedes. Poco me importa si para algunos la homosexualidad es una aberración, una degeneración o un peligro para la moral. A mi me da igual la homosexualidad, me tiene sin cuidado. No me importa. A mi entender, es en sí misma un no-conflicto. Pero la única Argentina en la que quiero vivir es una Argentina que defienda mi derecho a ser como yo quiera ser, a la vez que defiende el derecho de mi vecino a ser como se le ocurra.
En varias cosas yerran sus criterios, señores.
Eligen no entender razones. Los ménos lúcidos de ustedes dicen: "esto ha de ser así porque así lo quiso Dios". Una cobardía. Un recurso desesperado. Un camino ya tan atravesado que aburre y no conduce sino a laberintos tristes. Les pido encarecidamente que piensen. Equivóquense si hace falta, tropiecen a cada rato. Pero que cada tropiezo sea en el camino de la verdad, no en el del orgullo ciego.
Cuando los forzamos a enfrentarse a las razones, pretenden que la siguiente comparación sea válida: "si tenemos que permitir cualquier cosa, ¡entonces tenemos que permitir la pedofilia!". Les imploro que dejen el cinismo. No se trata, señores, de permitir cualquier cosa. Se trata de permitir lo que es justo y a la vez impedir lo injusto. De ninguna manera es equivalente permitir el matrimonio entre homosexuales a fomentar la pedofilia. Asimilar esas dos ideas sería igual a decir "existen curas que han abusado de niños, por lo tanto vender estampitas de San Expedito es una atrocidad".
El no-problema de la etimología de la palabra "matrimonio" se resuelve cambiando esa palabra por otro término. Ojalá que así ocurra, para acallar de una buena vez cualquier reclamo patético. Y es por eso que el término "unión civil" (no así el contenido de la propuesta de ley que lleva ese nombre) es muchísimo más apropiado: porque lo único que vale la pena legislar son los derechos de las personas, no la forma que tenemos de referirnos a ellos.
Leí en los diarios de hoy el lema de la marcha contra el matrimonio gay. Dice así: "Los chicos tenemos derecho a una mamá y a un papá". Piensen, piensen un poco, por favor. Su lema es, cuando menos, débil. Tener esos chicos derecho a "una mamá y a un papá" no significa nada en el contexto de la ley de matrimonio gay. ¿O ustedes creen que a los chicos adoptados por una pareja de homosexuales van a ser concebidos por la Gracia del Espíritu Santo, o los va a traer la cigüeña? Madre y padre biológicos tienen, y van a tener(*). No es un derecho, señores, es un hecho inevitable de la condición de ser humano.
Pero quizás me confundo, y ustedes se referían a algo como esto: "Los chicos tenemos derecho a una familia." ¡Pues familia tendrán! Y pueden estar seguros de que no será peor que tantas otras familias que cumplen con sus requisitos de género y número pero ni uno solo de los realmente importantes: alimentar a los hijos, educarlos, amarlos. Sepan que nadie adopta hijos para maltratarlos. Y dejemos de lado las profundas reflexiones de la señora Mirtha Legrand, que se pregunta con toda candidez y soltura de cuerpo si no será posible que un padre homosexual viole a sus hijos. Claro que sí, señora. Como ser posible, es posible. Tan posible (y no más) como que lo haga un padre heterosexual, o un cura, o un director de escuela.
Pero quizás me dirán ustedes que vuelvo a confundirme, y que buscan para los chicos una "familia normal". Y los miraré esgrimiendo una duda, pues sospecho - ya me lo han demostrado antes - que al decir "normal" se refieren a que han proyectado su pequeña porción del mundo, creyendo que es la única válida, y que el resto era - y debía ser - igual. Ustedes quieren que "anormal" sea indistinguible de "depravado"(**), y eso no voy a permitírselo.
Un último comentario. Esta ley puede ser una pantomima mediática del oficialismo, un manotazo de ahogado de la oposición, o un solapada estrategia demagógica de los Kirchner. A esta altura ya me tiene sin cuidado. Quisiera que los legisladores corrijan los errores de la propuesta de unión civil y sigan adelante con el objetivo de fomentar la tolerancia e igualar los derechos. Lo único que quiero es que (una vez al menos) nuestros legisladores desoigan el clamor de la turba enardecida e ignorante que pide la hoguera para pelirrojos y mujeres epilépticas, y se haga eco de la voz de la razón y la justicia.
Un beso, un abrazo, un apretón de manos o una caricia, según corresponda.
(*) Hasta que alguien se clone a sí mismo. Va a pasar. Tarde o temprano, alguien lo va a hacer. ¿Por qué? Porque se puede. Y cuando ocurra... bueno, ese día mezclamos las cartas y repartimos de nuevo.
(**) Sobre lo normal y lo anormal, tengo pensado ocuparme dentro de poco.
Informate un poco más:
- Informe del Inadi criticando la unión civil
- Minutouno: Cientos de personas se manifestaron en Obelisco en apoyo matrimonio gay
- Crónica: Gran marcha contra el matrimonio gay
- Página 12: Ampliación del matrimonio
- Página 12: El Senado solo tratará el matrimonio de personas del mismo sexo
- Perfil: Multitudinaria protesta en el Congreso contra el matrimonio homosexual
- Clarín: Fue masiva la movilización de agrupaciones religiosas contra el matrimonio gay
- La Nación: Multitudinaria manifestación contra el matrimonio gay frente al Congreso
- Infobae: Miles de personas se manifestaron en contra del matrimonio gay