sábado, 1 de enero de 2005

La Reflexión de la Semana (edición especial de año nuevo)

Niños y niñas:

Cuando llega fin de año y la maratón habitual de saludos, expresiones de buenos deseos y muletillas de temporada me instan a escribirles, siempre la pregunta es la misma. ¿Qué es un buen saludo de año nuevo? Mafalda en algún cuadrito se preguntó alguna vez si no sería mejor, ante el nuevo año, usar un saludo nuevo también. Pronto desistió. Aún considerando que mi sabiduría es nada comparada con la de Mafalda, insisto aún en aquel viejo paradigma que consiste en luchar aunque el fracaso ya esté escrito.

Y entonces, ¿qué hacer? Para aquellos cercanos a mí, "¡Feliz año nuevo!" es una frase que me parece ya una falta de respeto. ¿No tengo mejores palabras que ofrecer a mis amistades de siempre, a las nuevas, a las que se están gestando todavía? Quiero creer que sí.

Desear cosas para otro. Desearle felicidad, éxito, salud, bienestar, paz. Es esta la actitud que reviste el saludo en épocas como esta. Pero caramba, eso lo pienso cada día. No hay novedad ahí. Pero se me ocurre que nuestra forma aporteñada de ser (o mí forma aporteñada ser, mejor dicho) complica la transmisión de este sentir usual. No es habitual decir "te quiero" a un amigo. Suena cursi. Suena tonto. No lo es. Hace falta.

Como sé que el sentimiento es recíproco, que no fueron pocos quienes este año me apoyaron, me aconsejaron, me guiaron, me reprendieron cuando fallé y me sacudieron hacia la corrección nuevamente, arranca este saludo con un agradecimiento. Agradezco a ustedes, camaradas, compadres, amigos, mis queridos chichipíos, todas sus palabras, sus presencias. Agradezco los llamados, las risas y los ratos. Agradezco todo cuanto me ofrecieron sin que lo pidiera. Cosas me pasaron este año, ciertamente algunas mejores que otras, y en cada ocasión (cuando hubo que blandir la espada así como cuando fue tiempo de aflojarse la corbata y tomarse unos mates) al mirar a mi costado tuve la suerte, el privilegio de verlos. Espero que, entre las caras que los acompañaron a ustedes, hayan visto la mía.

¿Y qué puedo desearles? Ya saben que lo usual, pero agrego un deseo en el que me incluyo: sigamos como hasta ahora, y tratemos de mejorar. Me parece que tan mal no venimos.

¿Una referencia a los Otros y sus macabras acciones? Prefiero aventurar una tregua hasta la próxima reflexión.

¿Una conclusión sobre el año que pasó? Breve, muy breve, y parafraseando a un muchacho con problemas en su momento más lúcido:


Dí lo mejor de mí, y no tengo arrepentimientos.


Hoy más que nunca, un beso, un abrazo, un apretón de manos, o una caricia, según corresponda.


Tincho


PD1: Cuidado con los corchos, las balas perdidas, y los idiotas de siempre.

PD2: No me guarden pan dulce, que no me gusta.

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